Donald Shaw, historiador sin oficio y dependiente en una tienda de Hamilton, Nueva Jersey, es contratado por el FBI, gracias a una vehemente motivación de su madre. Una vez convertido en agente, el caso que se le asigna involucra toparse con un siniestro adversario de la preparatoria, lo cual hará que investigue algo más que lo exigido por su Oficina y que empiece a enfrentar las causas de sus presentes obsesiones. Por rutas inusitadas, el agente es empujado a investigarse a sí mismo, lo cual le exige reconstruir, imperioso, su pasado. El agente entonces se convierte en su propio investigador y tal vez la verdad que descubre sea liberadora y amarga, como toda verdad. En este sentido, la novela El vigilante en el espejo es una búsqueda de redención y de agitado escudriñamiento filosófico que mantiene un nuevo tipo de suspenso, el que propicia la necesidad de respuestas cruciales. La trama se desarrolla a finales de 1940 en la ciudad de Nueva York, en medio de un inminente clima de guerra mundial. Estamos a las puertas de una navidad que ilumina la agitada Manhattan. Ha entrado el invierno y se conocen historias extrañas y sombrías, historias que tejen una realidad perturbadora, quizás como la de todas las épocas. Un desenlace sorpresivo, como el de un cuento, hará que toda la narración caiga como un castillo de naipes, al igual que sucede cuando cesan los sueños
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