La novela que Ernest Hemingway (1898-1961) dejó entre sus papeles -pendiente tan solo de una última revisión- ha sido saludada por la mayor parte de los críticos como una de sus obras maestras. Islas en el golfo tiene como protagonista a un típico héroe hemingwayano: Thomas Hudson, que se traslada durante los años de la segunda guerra mundial a la mítica Habana pre-revolucionaria, participa de esa extrema tensión entre el temor a la muerte y su exorcización mediante el peligro, entre el agudo sentimiento de la vaciedad de la existencia y la resuelta voluntad de buscar la plenitud de las sensaciones, que caracterizó al Premio Noble 1954 y, proyectivamente, a los personajes de sus fábulas. La pugna lúdica con la naturaleza tiene como escenario el mar y como objetivo la pesca de altura; y la maldición atávica de la agresividad entre los hombres penetra también en el destino de Hudson, que se integra activamente en la lucha anti submarinista desplegada en el área del Caribe. Cabe añadir que la destreza de la técnica narrativa, la perfección de los diálogos y la precisión de la prosa alcanzan en esta obra póstuma cotas tan elevadas como en las grandes novelas publicadas en vida por Hemingway.
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