Bird Way

Está el camino de los mamíferos y el camino de las aves”. Pero la forma de las aves es mucho más que un patrón único de cableado cerebral, y últimamente, los científicos han dado una nueva mirada a los comportamientos de las aves que, durante años, han descartado como anomalías o misterios. Lo que están descubriendo está cambiando la visión tradicional de cómo las aves conducen sus vidas, cómo se comunican, se alimentan, cortejan, se reproducen, sobreviven. También están revelando la notable inteligencia que subyace a estas actividades, habilidades que una vez consideramos exclusivamente nuestras: engaño, manipulación, engaño, secuestro, infanticidio, pero también ingeniosa comunicación entre especies, cooperación, colaboración, altruismo, cultura y juego.

Algunos de estos comportamientos extraordinarios son acertijos biológicos que parecen empujar los límites de la avifauna: una madre pájaro que mata a sus propios hijos pequeños y otra que desinteresadamente atiende a las crías de otras aves como si fueran propias; un ave que colabora de manera extraordinaria con una especie la nuestra pero parasita a otra de manera espantosa; pájaros que dan regalos y pájaros que roban; pájaros que bailan o tamborilean, que pintan sus creaciones o se pintan a sí mismos; pájaros que construyen muros de sonido para mantener alejados a los intrusos y pájaros que convocan a compañeros de juego con un canto especial, y pueden contener el secreto de nuestra propia afición por el juego y la evolución de la risa.

Basándose en observaciones personales, la ciencia más reciente y sus viajes relacionados con las aves alrededor del mundo, desde las selvas tropicales del este de Australia y los bosques remotos del norte de Japón hasta las colinas ondulantes de la Baja Austria y las islas de la bahía de Kachemak en Alaska, Jennifer Ackerman muestra claramente que no existe una única forma de ser de las aves. En todos los aspectos, en plumaje, forma, canto, vuelo, estilo de vida, nicho y comportamiento, las aves varían. Es lo que amamos de ellos. Como dijo una vez E.O Wilson, cuando has visto un pájaro, no los has visto todos.

IDIOMA ORIGINAL

There is the mammal way and there is the bird way. But the bird way is much more than a unique pattern of brain wiring, and lately, scientists have taken a new look at bird behaviors they have, for years, dismissed as anomalies or mysteries What they are finding is upending the traditional view of how birds conduct their lives, how they communicate, forage, court, breed, survive. They are also revealing the remarkable intelligence underlying these activities, abilities we once considered uniquely our own: deception, manipulation, cheating, kidnapping, infanticide, but also ingenious communication between species, cooperation, collaboration, altruism, culture, and play.

Some of these extraordinary behaviors are biological conundrums that seem to push the edges of, well, birdness: a mother bird that kills her own infant sons, and another that selflessly tends to the young of other birds as if they were her own; a bird that collaborates in an extraordinary way with one species ours but parasitizes another in gruesome fashion; birds that give gifts and birds that steal; birds that dance or drum, that paint their creations or paint themselves; birds that build walls of sound to keep out intruders and birds that summon playmates with a special call and may hold the secret to our own penchant for playfulness and the evolution of laughter.

Drawing on personal observations, the latest science, and her bird-related travel around the world, from the tropical rainforests of eastern Australia and the remote woodlands of northern Japan, to the rolling hills of lower Austria and the islands of Alaska’s Kachemak Bay, Jennifer Ackerman shows there is clearly no single bird way of being. In every respect, in plumage, form, song, flight, lifestyle, niche, and behavior, birds vary. It is what we love about them. As E.O Wilson once said, when you have seen one bird, you have not seen them all.