Robert Graves, de diecinueve años, dejó la escuela una semana después del estallido de la Primera Guerra Mundial e inmediatamente se ofreció como voluntario con los Royal Welch Fusiliers. Sus experiencias como oficial subalterno forman el corazón de esta convincente autobiografía. Comenzando con una visión general irónica de su infancia eduardiana, procede a un relato irónico de la vida de un joven poeta en la escuela pública (no es útil para ser medio alemán, pero útil para comenzar el boxeo), progresando a caricaturas de militares. los estereotipos que encuentra en los entrenamientos y la farsa devastadora de la guerra misma, los errores y la mala gestión y las espantosas consecuencias humanas. El manejo de Graves de los horrores de la guerra es siempre inexpresivo, honesto y sin adornos. Concuerda totalmente con su sentido del absurdo que su comandante en jefe escribiera para informar a sus padres de que había muerto a causa de las heridas durante la batalla del Somme. Pronto descubrió que el patriotismo no tenía sentido para los hombres en las trincheras; la lealtad a los camaradas vivos y muertos lo obligó a volver al servicio activo, aunque todavía sufría el impacto de los bombardeos. Adiós a todo lo que lleva a Graves a través de su convalecencia en Inglaterra, sus esfuerzos por proteger al poeta Siegfried Sassoon, un amigo y compañero oficial, de las consecuencias de su denuncia pública de la guerra; matrimonio con la artista y feminista Nancy Nicholson, años de posguerra en Oxford y una década como escritora en apuros con cuatro hijos pequeños, acosados ??por problemas de dinero y neurastenia. Está escrito con un espíritu de desafío mientras se preparaba para dejar 'todo eso' atrás y comenzar una nueva vida en Mallorca con la poeta estadounidense Laura Riding.
IDIOMA ORIGINAL
Robert Graves, aged nineteen, left school within a week of the outbreak of World War I, and immediately volunteered with the Royal Welch Fusiliers. His experiences as a junior officer form the heart of this compelling autobiography. Beginning with an ironic overview of his Edwardian childhood, he proceeds to a tongue-in-cheek account of a young poet's life at public school (not helpful to be half-German, but handy to take up boxing), progressing to caricatures of military stereotypes he encounters in training, and the devastating farce of the War itself, the blundering and mismanagement, and the appalling human consequences. Graves's handling of the horrors of war is always deadpan, honest and unadorned. It is wholly in line with his sense of the absurd that his commanding officer should write to inform his parents that he had died of wounds during the battle of the Somme. He soon found that patriotism was meaningless to the men in the trenches; loyalty to comrades alive and dead drove him back to active service though still suffering from shell-shock. Goodbye to All That takes Graves through his convalescence in England, his efforts to protect the poet Siegfried Sassoon, a friend and fellow officer, from the consequences of his public denunciation of the war; marriage to artist and feminist Nancy Nicholson, postwar undergraduate years at Oxford and a decade as a struggling writer with four young children, beset with money problems and neurasthenia. It is written in a spirit of defiance as he prepared to put 'all that' behind him and begin a new life in Majorca with the American poet Laura Riding.
Interés
